Alimentación: los efectos «invisibles» del cambio climático
Cuando mencionamos el cambio climático, a nuestra mente vienen imágenes de los polos derritiéndose, osos polares famélicos, contaminación en ciudades, etc. Sin embargo, el calentamiento global, tiene otras muchas consecuencias no tan obvias: nuestra alimentación, salud y estilo de vida.
La semana pasada se celebraba el #DíaMundialdelaAlimentación (#WorldFoodDay) y se ponía de manifiesto que 821 millones de personas pasan hambre en el mundo. Con motivo de este día queremos contaros cómo afecta el cambio climático, y en concreto, el aumento de la temperatura, a nuestra alimentación.
Por un lado, las olas de calor, como las sufridas el pasado verano en toda Europa, tienen un enorme impacto en la economía de los países que las sufren. Los casos de Reino Unido o Dinamarca y Noruega así lo corroboran. El aumento de la temperatura ha derivado en sequías, pero también en inundaciones, dejando la tierra cultivable en muy malas condiciones para la producción de alimentos y cosechas menos nutritivas.
Esta variación en el ciclo alimenticio hace que nos veamos privados de ciertas frutas y verduras, o que veamos aumentar su precio en el mercado.
Por otro lado, el aumento del nivel del mar y el aumento de su temperatura por el calentamiento global conlleva que los mares se acidifiquen obligando a especies marinas a migrar hacia otras aguas, reduciendo la pesca.
Además, la ganadería industrial por su parte es “culpable” y a la vez víctima del cambio climático. Por un lado, produce más del 14% de los gases de efecto invernadero y es, junto a la agricultura, uno de los mayores contaminadores del agua del planeta.
Alimentación y ocio
Y, por si todo esto fuera poco, el calentamiento global amenaza con subir el precio a la bebida favorita de los españoles: la cerveza.
En manos de todos está luchar contra el aumento de la temperatura en el planeta. Con pequeños gestos como como disminuir el desperdicio de alimentos o aumentar la ingesta de alimentos vegetales y disminuir la de alimentos de origen animal, podemos llegar a reducir en un 30% la emisión de gases de efecto invernadero.